LA CALANDRIA ENJAULADA

cantaba muy feliz al no saber,

que allá fuera había libertad…

No sabía que había aves

que los cielos surcaban,

ni que más allá de su jaula,

hubiese nada…

Pensaba…

que su jaula era el Edén...

Esa jaula, tan hermosa y dorada.

Mas un día,

un ruiseñor se acercó a ella,

y vio que prisionera se encontraba.

Que no podía volar entre los árboles…

Que el cielo y el mar se le vetaban.

Tan prendado se quedó el ruiseñor,

que le abrió la puerta de la jaula,

y le mostró

lo hermoso de volar…

Y un mundo que ella no vislumbraba

más allá de las barras de su jaula.

Cantaba,

como nunca lo había hecho.

Volaba,

por los mares y montañas…

Pero era cenicienta de un aquel cuento

que tenía que volver en la madrugada.

Ahora está,

otra vez allá encerrada.

El ruiseñor no podía soportar,

saber que por las noches regresaba

y dejó de abrir la puerta un día...

Esa puerta por la que ella era libre,

 y volaba.

Ya no canta

ni se oyen hermosos trinos,

de la alegre calandria enjaulada.

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