(Cuento didáctico)
¡OHHH, ABUELA...!
Abuela, ¿cómo es el mar? Me lo preguntaron sus ojos un día de primavera, mientras la dormía en mis brazos. Quince meses cumplió ayer y sus pocas palabras eran, papá, mamá, Tao y Nala. Estos últimos son unos cachorros de boxer que se dejan hacer todas las perrerías, aunque ella es la niña y no los perros. Yo la mecía mientras le cantaba. Mis ojos se cerraban a la par de los de ella. Entre sueño, pensé de nuevo que me preguntaba: Abuela... ¿Cómo es el mar? No me extrañó su insistencia; llevaba mi sangre y querría saberlo pronto. Por algo se llama igual que el inmenso azul: ¡MAR! - ¿Vamos a la playa? - Le pregunté... y mirándome, con los ojos muy abiertos, movía su cabeza afirmativamente. Claro que quería ver el mar... Sólo había 200 metros hasta llegar a él. ¡Ohhhh, abuela...! Què bonito... - Exclamó cuando lo vio de lejos, mientras señalaba con su manita extendida las olas que rompían en la orilla. La senté en la arena. No paraba de llenarse las manos, una y otra vez, cada vez que aquella arena se le escapaba entre sus deditos. - ¡Ohhhh!... - Volvía a repetir haciendo que yo abriera las manos para llenármelas de aquella cosa que tanto le llamaba la atención y que era rubia como el oro. Otra vez sus ojos me miraron interrogantes... - Abuela... ¿está fría el agua? quiero ir... Me tendió las manos para que la levantara. Al acercarse a la orilla, me miró y nuevamente decía... ¡Ohhh... ohhh! Mientras, se echaba hacia atrás asustada al ver que aquella espuma blanca, sin que nadie la empujase, corría hacia ella. Me cogió de las piernas y trepaba como una ardilla para que la levantase y aquella agua, que se movía, no la alcanzara. Vi, en sus ojos, cuando miraba el mar que lo comparaba con el agua de su baño cuando lo llenaba de espuma tan blanca como aquella, y se preguntaba que por qué la de su baño estaba quieta. mientras que ésta corría hacia ella... - ¡Ohhh, Abuela...! ¿Es que quiere jugar conmigo? - Sí, mi cielo... Ella sabe que te llamas como ella y quiere ser tu amiga... Vamos dentro... Hoy no está fría. ¿Ves aquella luz que no puedes mirar porque te ciega? Sus rayos la calientan para que tú te puedas bañar sin que te hieles. - ¡Ohhhh, Abuela...! Es azul como el cielo... y ladra como Tao y Nala. - No ladra cariño... la mar ruge... - ¿Como el león de los dibujitos animados? - No así ciertamente... Su rugido es un canto que se nos mete dentro y cuando estamos lejos de ella lo recordamos con nostalgia - ¿Canta como los pajaritos de los árboles? - Canta como los pájaros al amanecer para dar los buenos días y al atardecer cuando el sol dice adiós, para despedirlo... Como cuando mamá te canta la nana para que duermas... Suena como las notas suaves del piano que abuela te hace tocar con tus deditos... Canta como los angelitos alrededor de tu cuna mientras vela tu sueño. - ¡¡Ohhh ,abuela!! ¿Hasta dónde llega? ¿Llega hasta el cielo? Mira... mira... allá lejos se les ve juntos ¿Es su amigo también? - Sí, mi amor... es su amigo... Tan amigo que a veces tienen el mismo color: si el cielo está triste y con ganas de llorar, el mar se pone gris como él para acompañarlo en su dolor. Si el cielo está alegre y brilla con ese color azul, el mar se pone contento y resplandece como él. - ¡Ohhh, abuela...! Quiero ir allí donde se juntan... donde están solos los dos, hablando de sus juguetes. ¿Podemos? - Claro que iremos... Iremos hasta allá en donde se dan la mano. Buscaremos un velero con unas velas muy blancas y pondremos rumbo al infinito... Yo seré el patrón y tú mi pequeña timonel. - ¿Jugaremos también con los peces? - Jugarás no sólo con los peces de mil colores que salgan a nuestro paso, sino que también vendrán a jugar con nosotras las gaviotas y los albatros, que nos acompañarán siempre - ¡Ohhh, abuela...! ¿Me dejarás bajar al fondo del mar? Yo una vez estuve dentro de un mar que mamá tenia en su barriga... Se estaba muy bien, pero un día me dejó salir y vi que todo era más lindo que lo que hasta entonces conocía... Por eso... Tampoco conozco el fondo del mar ¿Crees que será más bonito que donde vivimos? - Lo veremos juntas, mi pequeña... Pondremos al velero una escalera muy larga, muy larga, hasta que alcance a llegar a los arrecifes de corales y buscaremos ostras que al verte tan bonita se abrirán para darte el tesoro que esconden. - ¡Ohhh, abuela...! Vamos... vamos ya a buscar esas velas blancas que nos llevarán juntas a ver al mar y al cielo jugando, a los peces a nuestro alrededor, a las gaviotas y a los albatros acompañándonos. - Mira Mar, que barco más bonito es ése... ¿Te gusta? Tiene las velas más blancas que ninguno. El timón de color plata que brilla al sol y su casco estilizado como tu cuerpecito de sirena. - ¡Qué grande...! Eso que esta arriba, ¿es una casita? ¿Podremos jugar al escondite? ¡Ohhh, Abuela...! ¿Tú sabes cómo llegar tan lejos? ¿No te perderás cuando sea de noche? - No tengas miedo, mi pequeña... ¿Ves eso que está ahí con dos flechitas dentro de un cristal redondo? Eso es una brújula que nos orientará diciéndonos donde estamos y así llegaremos sin perdernos - ¿Y si se cae al mar? No podremos saber dónde estamos. - Entonces echaremos el ancla y esperaremos la noche. En el cielo hay una estrella que brilla más que ninguna y siempre nos indicará donde está el norte. Además, los delfines serán nuestros amigos... ¿No sabes que yo entiendo su lenguaje? Ellos se pondrán en la proa y nos guiarán. - ¿Qué es la "proa" abuela? ¿Es una sillita como la que me sienta mamá para comer? O... ¿un banco como los del parque? - La proa es la parte delantera del barco... la que hay que mirar siempre para que no se desvíe del rumbo que le hayamos puesto y podamos llegar al sitio que queremos - No sé lo que es el "rumbo"... ¿Es un abrigo para que no tengamos frío? ¿Me lo dices? - No es un abrigo, ni los zapatos que nos ponemos... "poner rumbo" es enfilar la proa hacia el sitio a donde queremos ir y no apartarnos de él. No preguntes más cielo y vamos a navegar. Te enseñaré lo que debe saber un timonel para que me puedas ayudar. Yo sola no podría levantar el ancla, izar las velas ni llevar el timón... - ¡Ohhh, abuela... ! ¿Ancla? ¿Izar? ¿Timón? No sé lo que dices... ¿Crees que aprenderé? - Claro que sí. Eres una niña muy lista y rápido sabrás tanto como yo. Atiende bien... El ancla es ese hierro de color de plata con dos pinchos grandes que pesa tanto... - Ya ... ya la veo... voy a cogerla... ¡Uy! No puedo con ella. Pesa más que mi casita de muñecas ¿Cómo voy a ayudarte si no puedo? - Tu aguantarás el timón cuando tengamos que izar la vela... Ya sé lo que me vas a preguntar ahora... ¿Qué es izar vela, abuela? Izar velas es subirlas hasta lo mas alto del palo mayor para que se pelee con el viento... - ¿Por qué se va a pelear? ¿No son amigos? - El viento quiere pasar y las velas no lo dejan; entonces el viento empuja... empuja... para ganarle a las velas y eso es lo que hace que el barco navegue sobre las olas. Cuanto más viento haya, más corre el barco. A veces corre tanto, que parece una gacela en el bosque huyendo de un fiero león. - ¿Por qué tengo que aguantar el timón? ¿Es como "Tao" que tengo que aguantarlo para que no se escape y muerda a los niños? ¿Se quiere ir? - No, mi niña... El timón no se quiere ir pero, si lo dejas suelto, el barco pensará que nadie lo dirige y se irá contra las rocas o a donde lo empuje el viento y entonces se estrellará o se irá por donde no queramos, porque el viento al no encontrar resistencia le gana la pelea a las velas, y éstas se pondrán tristes y arrugadas y no harán andar al barco. - ¡Ohhh, abuela...! ya entiendo... Y ese ancla que pesa tanto... ¿Para que nos va a hacer falta? - ¿Recuerdas que querías bajar a ver el fondo del mar? Para que el barco no se mueva del sitio donde queramos parar y bajarnos, tendremos que echar el ancla, que con esos picos se hundirá en la arena del fondo del mar y así, cuando subamos otra vez a la superficie, el barco estará en el mismo sitio. - Pero... ¿Se va sola? ¿Nadie la aguanta? - No se va sola... Como tú, ella tampoco debe de irse sola porque se perdería. Ella no se suelta nunca de la mano del barco. - ¿Tan largo es el brazo del barco? ¿Dónde lo tiene? Nunca se lo vi... - ¿Ves aquellos "cabos" que la sujetan por la argolla? Fíjate en la otra punta que está sujeta a otra argolla que tiene el barco en la proa... Ese es el brazo del barco. - Si... sí que la veo... Es una cuerda muy larga... mucho más larga que mi cuerda para saltar a la comba. - En un barco no se llama cuerda... La única cuerda que hay en un barco es la de su reloj. Se les llaman "cabos". - ¡Ohhh, abuela...! Cómo se mueve... que olas tan grandes... ¡Yuppy! Fíjate... las velas no están arrugadas, se pelean con el viento y les está ganando... ¡Parece que volamos sobre el mar... ¡Yuppi!... Yuppi... - Mar... No te sueltes nunca de las dos manos. Cuando estés en un velero una mano será para ti y la otra siempre agarrada al barco. Así no te caerás nunca al mar. Si no me haces caso nos volveremos al puerto y no podremos ir al infinito donde se dan la mano el mar y el cielo... - Seré buena abuela. Haré cuánto me digas. ¿Dónde está la escalera para bajar al fondo del mar? - Está dentro de la cabina. - ¿La cabina? ¿Es la casita esa donde hay una cocinita, un cuartito de baño y dos camitas? - Así es... Debajo de los colchones hay un baúl, donde hay guardadas muchas cosas. Como el baúl que te compró papá para guardar tus juguetes. Ahí está la escalera. - Pero... si es tan larga ¿Cómo cabe ahí dentro? - La que hay dentro no es larga. Sólo nos servirá para entrar en el mar. Para llegar al fondo vendrán los delfines y nos prestaran unas escaleras hechas de algas marinas. Una vez en el fondo nos subiremos sobre sus lomos y nos pasearan por su ciudad, entre corales, caracolas, caballitos y estrellitas de mar... Nos agarraremos a sus aletas y nos enseñarán las cosas mas bellas jamás vista. - ¡Ohhh, abuela...! Qué guay... No quiero esperar más. Voy a bajar... - ¡Mar... Mar... noooooo... no te tires, espera... espera que llame a los delfines... Marrrrrr... Marrrrrr... esperaaaaaaa... espera Marrrrrr... nooooooo... nooooooo... Mi niñaaa... ¿Dónde estás? Marrrrrrrrrrr... No te veo... MARRRRRRRRRRRRR... - Estoy aquí abuela. Un delfín me ha subido sobre sus hombros... Ven... ven... Trae a su amigo para llevarte a ti también. Nos enseñará el fondo del mar... _ ¡Mamá... mamá despierta...! ¿Cómo no has puesto a Mar en su cuna si está dormida? Casi se te cae de la falda... FINAutora: Mª Jesús Rguez. Barberá
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