A UNA NUBE... DE GAVIOTA

   Hola, mi querida y deseada nube... Sí, deseada, porque te  veo allá lejos tan alta que cuando pienso en poder llegar un día a tu lado tengo que plegar mis alas y quedarme dormida para que en sueños te pueda alcanzar.

En ese sueño me veo dejándome envolver por esos algodones blancos que me cubren con amor y ternura, haciendo que me sienta segura y protegida, feliz y contenta de sentir que estoy a tu lado. De saber que ahí, entre tus brazos, nadie osará quitarme esa dicha, porque tu nunca me dejarás sola a mi ventura.

El rugido del mar me despierta y miro a mi alrededor... Con desilusión veo que me rodea lo mismo que todos los días: Las mismas rocas, el mismo musgo, las otras gaviotas graznando contentas y resignadas con sus vuelos rasante.

Miro hacia arriba y te veo con tu caminar pausado impulsada por la suave brisa que parece que te aleja de mí. Yo sé que eres tú, aunque te deslices, aunque te vayas y algunas veces desaparezcas.

Te reconozco entre todas, aunque hay días que vienes con el color de la tristeza y veo como de tus ojos caen algunas lagrimas que me hacen sufrir al no poder remediarlas. ¡Estas tan lejos... ¡

Muchas veces he querido emprender un gran vuelo, sin mirar hacia atrás,  y subir... subir... pero cuando parece que te voy a alcanzar y que mis alas pronto van a llegar a ti, tú te vuelves a alejar dejándome sumergida en la tristeza y desesperanza y con la decisión de no de volverlo a intentar nuevamente. Decisión que no mantengo, porque vuelvo a intentarlo una y otra vez.

Vuelvo a mi nido y deseo con fuerzas que llegue la noche para que el sueño me envuelva y pueda nuevamente sentirme en tus brazos.

Mi querida nube... sé que solo es un sueño, pero al menos esos sueños son míos y nada ni nadie me los quitará.

!Hasta mañana...!

 ¡No!, Hasta mañana, no... Hasta dentro de un rato en que mis ojos se cierren y esté a tu lado.

Te quiero desde éste acantilado lejano...